Las ratas en occidente siempre fueron
consideradas como animales no gratos, animales inmundos de malos presagios,
símbolos de enfermedades y miserias. Por lo contrario en oriente las ratas son
símbolos de astucia y riqueza. Es el primer animal del horóscopo chino. Es un
claro líder y pionero donde la gente le sigue arrastrada por sus encantos y carisma. A pesar de poder
tener una mente fría es muy pasional y protector con la gente que ama.
La rata es un elemento de agua que fluye y se
amolda a cualquier situación que le toque vivir. Representa la sabiduría, por
eso no es extraño que en la película las
Tortugas Ninjas el maestro Splinter fuera una rata. Ni tampoco que en la
mitología hindú estén tan representadas las ratas como es el caso del Dios
Ghanesa que cabalgaba sobre una rata enorme cuando se dirigía a la batalla. O
que en le templo de Karni Mata se mantienen vivas unas 20.000 ratas porque
según una antigua creencia son la reencarnación de santos que allí habitaron.
En alguna ocasión he hablado de cómo las hadas
y las mariposas me habían guiado por
caminos en mi vida. En este momento lo vuelvo a
hacer pero con las ratas. Animal que siempre he despreciado y me dio un
asco terrible, no quiere decir eso que ahora vaya a tener una rata como animal de compañía, no es el caso tampoco pero si estoy empezando a entender el significado de la
simbología de las ratas. Estoy entendiendo que la rata es un animal marcado
mucho por nuestros prejuicios y en cambio es un símbolo que nos puede enseñar muchas cosas.
En tres momentos duros, cruciales y a la larga
(¡ojo! Digo a la larga porque primero hay que asumir) importantes y
enriquecedores a la vez estuvieron marcados por ratas:
La primera vez fue a los 25 años. En plena
explosión de rebeldía. Mi único pensamiento la noche, alcohol, drogas… Deseando
gustar a toda costa sin gustarme nada de mí mismo.
Fue en una noche de invierno, salía de mi casa
para ir de fiesta abierto a todo lo que me podía ofrecer la noche. Era una
noche fría de invierno. Me acuerdo del viento, la noche estaba completamente
desapacible, desierta. Salía de mi casa
a la zona de Opera atravesando la Plaza Mayor. La plaza estaba desierta, solo
el viento frío me rozaba la cara y silbaba entre los arcos de los soportales y
los pasadizos. De repente sentí un golpe mudo en mi pierna. Una peso que
ascendía de la rodilla hasta el muslo. Como acto reflejo lleve mi mano y sentí
algo con pelo en mi pierna. “¿Qué es esto?” fue mi primer pensamiento. Cuando
miro una rata enorme estaba trepando por mi pierna. Grité. Gritaba
desesperadamente agitando brazos y piernas. La rata salió disparada por los
aires. Y yo corrí hasta uno de los soportales, llevando mis manos al pecho
intentado calmar tanto mi respiración
como los latidos de mi corazón que iba a mil por hora. Esa misma noche, en
brazos de un desconocido, supe que había cogido el vih.
Pasaron años cuando tuve mi siguiente
experiencia con las ratas. Había dejado una relación tormentosa que me había
estado torturando durante años. Mi vida se rompía y tenía que volver a empezar.
Yo sabía que era un sueño, soñaba que estaba soñando. Y aún así el sueño se
apodero de mí. Soñaba que estaba dormido placidamente en mi cama y empecé a
sentir el contacto de un cuerpo masculino con vello. Me excité. Podía sentir el
contacto mutuo y las caricias con ese cuerpo en mi cama. Me excité todavía más.
Abrí lo ojos porque quería ver quien compartía conmigo la cama. No vi a nadie.
El contacto del calor humano y el vello de un hombre peludo lo seguía sintiendo
por mis piernas. Abrí las sabanas. Y allí estaban. Ratas y más ratas
recorriendo mi cama. Andando por todos los lados. Cada vez eran más y yo
gritaba intentando librarme o escaparme de ellas. Desperté gritando peleándome
con unas sabanas que no tenían nada. De aquella trabajaba de limpieza en un
gimnasio, y tuve una operación de vesícula. Estuve tiempo recuperándome para
poder trabajar y me quedé sin trabajo. Tenía que empezar de cero.
La última experiencia con las ratas fue el verano
pasado en mi casa en Galicia. Donde yo tengo mi habitación es una casa vieja
pequeña pegada al mar. Mis padres habitan en otra casa al lado. Yo siempre
dormí en la casa pequeña y aún ahora me gusta dormir en el mismo sitio. En una
habitación dando al mar. Ese verano yo empezaba a estar cansado y tener muchos
dolores por el cuerpo. “El cansancio será del invierno, necesito descansar”. Por
encima del techo se sentían pasos que corrían por toda la casa. No hay piso de
arriba. Solo techo y tejado. Primero pensé que eran pájaros andando por el
tejado. Pero por las noches había pasos por encima de mi cama y por el resto de
la casa.
Como si alguien anduviera a sus anchas por el
piso de arriba. Los pájaros por la noche
duermen. Las aves nocturnas vigilan para cazar no para pescar y no pasean
por tejados, se posan. Los pasos venían del techo no del tejado. En cambio en
las mareas si habitan ratas.
Fueron muchas las noches que sentía los pasos
por encima del techo de la casa, recorrían tacatacataca… por todos los rincones,
y se detenían encima de mi cama rascaba el techo de madera y se detenía. Después
me enteré que las ratas buscan los sitios mas calientes para dormir. El sitio
más caliente en un sobretecho vacío es encima de mi cama por el calor corporal
que yo desprendía. Otro día yo cambiándome de ropa en mi casa para ir a la playa pude comprobar
que los pasos de la rata me seguían por la casa. Donde iba la rata me seguía.
Si me paraba la rata se detenía en el mismo lugar. La rata había trepado por la
pared y se metió por un agujero que había entre la pared y la uralita del
tejado. Había un habitante más en la casa. La única tranquilidad que me daba
era saber que no podía bajar al piso de abajo.
Sabía que había una señal en todo esto. Yo me
encontraba cada vez peor, mirando las cartas de tarot, las cartas siempre eran
las mismas. El loco y el ermitaño o el loco y el diablo. Algo estaba pasando con mi salud no tenía duda.
Todo el mundo me decía que era el stress. Yo sabía que había más. Cuando empecé
ir al medico después del verano en Madrid. Todo me salía bien. Pero yo sabía
que algo fallaba y era el sistema nervioso. Los médicos no encontraban nada. Yo propuse que me enviaran
a un neurólogo me dijeron que aquí no pintaba nada un neurólogo. Mas tarde se
descubrió que tenía una inflamación en el sistema nervioso y estoy atendido por
un neurólogo.
Igual que otros animales o seres de luz te
guían en el camino. Las ratas te advierten: “Algo diferente va a ocurrir. Nadie
dijo que fuera fácil. Recuerda que no ocurre nada en la vida que no podamos
hacerle frente. Déjate fluir por los acontecimientos. Se astuto. Eres un
guerrero. Transforma las dificultades en beneficios para tu propio yo. Crece.
Eres fuerte. Y nunca olvides tu maestría”
Siso Santos.