No puedo empezar este texto diciendo el día en
que te conocí. No se cuando te conocí, pues nos conocemos de toda la vida. Hemos
jugado toda la infancia ingenuos e inocentes a lo que podía significar la
palabra amor y mucho menos el sexo. Éramos niños que jugábamos como niños desconocedores por
completo de lo que iba a llegar a suceder.
Fuimos creciendo de apoco, sin dejar de ser
niños fuimos creyéndonos mayores. Yo me enamoraba día si día no de cada chico
que aparecía por mi lado y me sonreía. Yo era el patito feo de un pueblo donde era herido
todos los días por mayores y pequeños. Tú por el contrario eras el chico del
que todos querían ser amigo y gustabas a todas las chicas. Tengo que
confesar que al principio no me fijaba nada en ti. Más bien me parecías un
pesado. Yo lloraba desconsolado por las esquinas por un muchacho que por
supuesto no me hacia caso.
Tú lo sabías. Todos lo sabíais. Yo había
abierto mi corazón a ese muchacho y él hizo una reunión en su casa para contar
a todos los amigos la noticia. Mientras algunos en principio se cortaban
conmigo tú me venías a buscar en bicicleta todos los días. No me pedías nunca
que te explicara nada. Solamente estabas
a mi lado, dando paseos en bicicleta, bañándonos en el mar, jugando a
ahogadillas. A ti te gustaba una chica y yo tenía el corazón herido por lo que
había pasado. Pero de repente empezamos a hablar y no dejamos de hablar nunca.
Hablábamos, nos contábamos todo sin secretos. Pasábamos noches juntos en tu
casa o en la mía. Hablábamos toda la noche riéndonos, contado lo que pensábamos
y de lo que seriamos de mayores. Hasta caer rendidos ya de agotamiento casi al
amanecer.
Hablábamos tanto que incluso en los inviernos
que tú que te ibas lejos no dejábamos de escribirnos. Nos hemos escrito durante
años. Hemos mandado tantas cartas que aún hoy en día tanto tú como yo aun las
tenemos guardadas. Tú me decías que te gustaba recibir cartas mías que era como
encontrarme en la calle y hablar conmigo. Que escribía muy bien y debía
escribir siempre. Fíjate después de los años estoy escribiendo de nuevo. Y te vuelvo a
escribir una carta a ti.
La adolescencia nos cogió de lleno. Tú te habías convertido en lo que
yo te llamaba como un “putero” gustabas a todas las chicas y no te privabas de
nada. Lo de “putero” lo sabes bien que lo decía porque me estaba empezando a
dar celos. Yo en cambio estaba empezando mi propia guerra con el mundo. Me pintaba los ojos me ponía camisas
transparentes con pantalones de campana y bolsos. Y empezaba a probar mis
primeros porros de hachís. Me acuerdo la
primera vez que me viste con mis pinturas de guerra. Te quedaste parado mirándome
y yo te dije a la defensiva. “¿Te da vergüenza que te vean conmigo?” Y tú me
contestaste muy rápido: “A mí no. ¿Y a ti conmigo?”. “No”. Dije yo. “Pues no vuelvas a decirme eso nunca” Reconozco
que me ahí me venciste y en ese momento
supe que te quería.
Cuando eran las fiestas del pueblo. Tu siempre
me sacabas a bailar y eso hacia que los demás chicos se animaran y me sacaran
a bailar también. A pesar de que os gustaban mucho las chicas hay que reconocer que yo era más
divertido y lo pasabais mejor conmigo. Además empezábamos a probar los porros y ellas todavía no fumaban. Además vosotros erais muy hombres pero quien
tenía los huevos para ir a pillar era yo. Había que ir al puerto de Ferrol. Un
barrio casi abandonado donde solo se encontraban los antros donde estaban lo
mejor de cada casa. Putas, yonquis, traficantes... Vosotros quedabais fuera y
yo me metía en el bar. Me pedía una cerveza y pillaba 500 o 1000 pts de costo.
Al principio reconozco que me imponía mucho pero después ya iba con más
tranquilidad y como sabía que después de pillar iba a haber fiesta yo ya
merendaba en el antro del puerto un vaso de leche con donuts.
Siempre recordaré una fiesta en especial. Tú
tenías novia en tu ciudad y una amiga en el pueblo. Pero serían las luces, la
música, el alcohol o los porros. Me abrazaste en la oscuridad y me dijiste que
me querías que era una persona muy especial para ti. “Siempre, siempre serás mi
mejor amigo. Si fueses una chica yo sería tu novio y si yo fuese gay también lo
serías” Nos besamos. Fue dulce y tierno. En tu abrazo el mundo se detenía.
Había besado antes a chicos pero ese fue mi primer beso de amor. Era amor en
estado puro. Llegaba la chica celosa buscándote como una loca, llorando… y
nosotros nos separamos. Fuiste corriendo a tranquilizarla me imagino para
evitar también que nos viese. Ella que
era la otra en tu relación de pareja que todos sabíamos se sentía celosa de mí.
Y como una premonición me quedé solo en la calle contemplando la luna de agosto
reflejada en el mar.
Pasaron los años. Tú empezaste con tu novia
actual. Yo había actuado de chica
después de problemas y movidas en la plaza de mi pueblo. Fue un antes y
después. Salió en el periódico vino gente de otros pueblos. Dejé de ser el maricón
del pueblo, para ser de pronto querido por todos. Todos los chicos en las
fiestas me sacaban a bailar. Además modestia a parte a mi se me daba bien…
Jajaja. Me invitaban a beber y a más cosas. Tú te enfadabas. Me decías: “Claro
como eres el gay pues eres majo para todo el mundo. Pues esos antes de reían de
ti.” Es verdad, pero las cosas habían cambiado. Y yo ya no tenía miedo a andar
por la calle. Tú decías que querías alguien para mí. Pero nunca nadie valía la
pena.
Hemos peleado, enfadado, reñido… Hemos tenido
celos, nos hemos hecho daño. Pero la verdad de todo es que nunca a pesar de
todo hemos dejado de tenernos cariño. Y siempre en todos los momentos que nos
hemos necesitado hemos estado ahí. Si! La historia de mi primer amor hace
muchos años que terminó. Pero cuando terminó una empezó la otra. Mi historia
con mi mejor amigo…
El 28 de junio es el día del orgullo gay. Para
muchos es sólo una fiesta. Pero quiero recordar que para que pueda ser hoy una
fiesta durante mucho tiempo, mucha gente
ha tenido que pasar muchas humillaciones y vejaciones. Por eso este
texto te lo dedico a ti Francisco. Yo no tenía más remedio que pasar por lo que
tenía que pasar por mi condición, por la época
y lugar que trascurría todo. Pero tu no tenías por qué y libremente
decidiste estar a mi lado acompañándome. Por eso fuiste mi primer amor y por
eso serás siempre mi mejor amigo.
Siso Santos